Un nuevo caso de catalepsia ha ocurrido en territorio poblano, esta vez en el municipio de Honey, donde un muchacho de nombre Juan Bernardino estuvo a punto de ser enterrado vivo, tras no cerciorarse los familiares de su verdadero padecimiento.
Lo peculiar del caso es que Juan Bernardino nunca había presentado síntomas de esta enfermedad que evoluciona de forma progresiva, de tal manera que los primeros ataques duran solo unos minutos en tanto que posteriormente pueden prolongarse por horas. En el caso del joven, el ataque sobrevino de manera sorpresiva y lo sumió en el más profundo de los letargos.
Los familiares y amigos del joven estudiante de Contaduría comenzaron a preparar los trámites para su entierro y de hecho ya habían comprado un ataúd en el que reposaban los restos de Juan Bernardino. Fue en la primera noche de velorio cuando el muchacho "despertó de su muerte", para asombro y terror de todos los que estaban presentes.
La única que no sucumbió al espanto fue la madre del casi muerto, quien en vez de salir corriendo de la estancia se apresuró a dar un abrazo al hijo resucitado que aparecía enfrente de ella.
Todos los familiares y amigos de Juan coinciden en que fue una suerte que el ataúd estuviera abierto y han pedido que la familia se cerciore en lo sucesivo que otra crisis como esa no pueda poner en verdadero riesgo la vida del estudiante.
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