Parteras en México, entre la tradición y la salud en tiempos modernos

Parteras en México, entre la tradición y la salud en tiempos modernos

Foto: México Desconocido y FreePik

En comunidades donde la medicina moderna no alcanza o no convence, las manos de una partera siguen siendo la guía más confiable para traer vida al mundo.  En el marco del Día Internacional de la Partera, ¿cuál es su lugar en un país como México, donde modernidad y tradición conviven a veces en tensión?

 

Históricamente, las parteras fueron las encargadas de atender los partos en las comunidades indígenas y rurales, gozando de gran prestigio por su conocimiento ancestral y su papel en la fertilidad y la salud materna. Durante la época prehispánica, la partería estaba vinculada a rituales religiosos y tenía un fuerte arraigo cultural. Sin embargo, con la Conquista y la imposición de la medicina occidental y la religión católica, muchas de sus prácticas fueron prohibidas y su prestigio disminuyó.

 

En el México independiente, la partería comenzó a integrarse formalmente al sistema de salud con escuelas y cursos para su profesionalización, buscando que las parteras presentaran exámenes para ejercer. A partir de 1950, la partería se desarrolló como una profesión reconocida oficialmente.

 

Hoy en día, México cuenta con alrededor de 15,000 parteras tradicionales y 78 parteras profesionales registradas oficialmente, incluyendo Puebla, que es uno de los estados con más presencia en este rubro, con al menos 692 mujeres activas que siguen ejerciendo esta labor.

 

La Secretaría de Salud publicó en diciembre de 2024 la Norma Oficial Mexicana NOM-020-SSA-2025, que representa un avance histórico al reconocer formalmente la partería dentro del Sistema Nacional de Salud.

 

Esta norma integra tanto a parteras profesionales como tradicionales, respetando su conocimiento ancestral sin imponer certificaciones obligatorias, y amplía su rol en la atención materna y neonatal, incluso permitiéndoles prescribir medicamentos básicos en atención obstétrica.

 

Más allá del mito, ¿quiénes son estas mujeres?

 

Muchas son indígenas. Otras aprendieron el oficio de sus madres o abuelas. Algunas lo mezclan con conocimientos básicos de enfermería o herbolaria, y otras lo ejercen desde la intuición aprendida en la práctica. Pero todas comparten algo: su compromiso con las mujeres, con sus comunidades y con la vida.

 

En pueblos de la Sierra Norte o en municipios como Cuetzalan, Huehuetla o Zoquitlán, aún se escucha el llamado a este sector, donde no es raro verlas con su rebozo al hombro, cruzando caminos de terracería o caminando largas distancias para llegar a un parto a tiempo.

 

¿Cuánto cobran?

 

Una de las preguntas que suele surgir es si las parteras cobran menos que un médico. Y la respuesta es sí, generalmente.

 

En comunidades rurales, el costo de su servicio puede ir desde 100 hasta 500 pesos, e incluso, muchas veces, se les paga con alimentos, servicios o gratitud. En zonas urbanas, especialmente en quienes ya se capacitaron y ofrecen acompañamiento durante todo el embarazo, los costos pueden oscilar entre 3,000 y 5,000 pesos, lo que sigue siendo significativamente más económico que un parto natural en un hospital privado.

 

En comparación, un parto en un hospital privado puede costar entre 15,000 y 20,000 pesos, dependiendo de la ciudad y los servicios incluidos. En hospitales públicos, aunque el servicio es gratuito, muchas mujeres optan por una partera para evitar experiencias traumáticas como la violencia obstétrica, aún frecuente en el sistema de salud público.

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