
Mientras los ojos del mundo se dirigían a la chimenea de la Capilla Sixtina para presenciar la elección del nuevo pontífice, una columna de humo rosa sorprendió a los fieles y medios congregados en la Plaza de San Pedro.
No era una señal litúrgica, sino un acto simbólico: mujeres activistas lanzaron humo rosado para visibilizar lo que, según ellas, es una deuda histórica de la Iglesia católica: la ausencia de mujeres en los espacios de poder y decisión eclesiástica.
#Noticia | Mientras se desarrolla el cónclave. Fumata rosa en el Vaticano: defensoras de la ordenación femenina exigen plena igualdad en la Iglesia. Mientras 133 cardenales eligen al nuevo Papa, activistas lanzaron humo rosa para visibilizar el reclamo por el acceso de mujeres al… pic.twitter.com/HPGngYbDgL
— Informatech (@Informatech_ec) May 8, 2025
El hecho previo al anuncio del nuevo papa, León XIV, quien asumió el pontificado en un contexto de fuerte presión por reformas y apertura; y aunque la Iglesia ha evolucionado en múltiples aspectos, las estructuras de poder siguen siendo predominantemente masculinas.
El papel de las mujeres en la Iglesia Católica
A lo largo de la historia, las mujeres han desempeñado un papel fundamental en la vida y desarrollo de la Iglesia Católica, aunque muchas veces desde roles no oficiales o reconocidos plenamente.
Figuras bíblicas como María, la madre de Jesús, y María Magdalena, la primera testigo de la resurrección, son ejemplos emblemáticos del protagonismo femenino en los orígenes del cristianismo. Además, santas como Teresa de Ávila y Catalina de Siena, reconocidas como doctoras de la Iglesia, han sido pilares en la teología y espiritualidad católica.
Asimismo, en la Iglesia primitiva, se reconoce la presencia activa de mujeres en roles de liderazgo, como diaconisas y colaboradoras en la expansión del evangelio, aunque con el tiempo la ordenación y el acceso a ciertos ministerios se reservaron exclusivamente a los hombres. Por ejemplo, el papa Gelasio I en el siglo V condenó la participación femenina en la celebración de la Eucaristía, estableciendo una norma que ha perdurado hasta hoy.
Normas y reglas sobre la participación femenina
El Catecismo de la Iglesia Católica, promulgado por Juan Pablo II en 1997, reafirma que la ordenación sacerdotal está reservada a hombres, basándose en la elección de Jesús de los doce apóstoles, todos varones.
Esta enseñanza fue ratificada en 2008 por la Congregación para la Doctrina de la Fe, que estableció la excomunión automática para quienes intenten ordenar mujeres sacerdotes.
El fallecido papa Francisco, por su parte, reiteró esta postura, afirmando que "esa puerta está cerrada", aunque reconoce la importancia de las mujeres en la Iglesia desde una dimensión "mariana", complementaria a la "petrina" de los apóstoles.
¿Qué piensa el nuevo papa, León XIV?
Robert Prevost, hoy León XIV, es considerado aún más progresista que su predecesor, el papa Francisco, y se ha mostrado comprometido con temas sociales como la justicia, la inmigración y el cambio climático. Sin embargo, hasta ahora no ha manifestado públicamente una postura que modifique la doctrina tradicional sobre la ordenación femenina o la igualdad plena en los ministerios eclesiásticos.
Por lo que se prevé que su pontificado pueda orientarse a dar mayor protagonismo a los laicos en general, lo que podría abrir espacios para una mayor participación femenina en ámbitos no sacramentales, aunque sin romper con las enseñanzas establecidas.
Finalmente, la elección de León XIV ha dejado claro que la Iglesia católica continuará navegando en la delgada línea entre mantener su tradición doctrinal y responder a los desafíos de una sociedad que exige igualdad en todos los niveles. Las mujeres siguen siendo fundamentales en la vida eclesial, pero su exclusión de los espacios decisivos plantea una tensión difícil de resolver.
Te interesará leer: Humo rosa frente al Vaticano: mujeres reclaman su lugar en la Iglesia Católica
Mientras no haya cambios en el magisterio, el acceso de las mujeres al sacerdocio o al liderazgo jerárquico seguirá siendo una demanda fuera del alcance institucional. No obstante, la presión desde las bases, las voces teológicas femeninas y las expresiones simbólicas como el humo rosa seguirán marcando agenda. La pregunta ya no es si las mujeres tienen un lugar en la Iglesia, sino si la Iglesia está dispuesta a repensar el tipo de lugar que les ha asignado históricamente.