Hipertensión, un padecimiento real en edades tempranas

Hipertensión, un padecimiento real en edades tempranas

Aunque suele asociarse con la vejez, la hipertensión afecta a un amplio espectro de la población. De hecho, alrededor del 30% de las personas mayores de 18 años vive con presión arterial elevada sin saberlo. La razón: esta condición no siempre presenta síntomas evidentes. Por eso se le conoce como “el asesino silencioso”.

 

Cada 17 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Hipertensión, con el objetivo de promover la concienciación y los esfuerzos para prevenir, diagnosticar y controlar esta condición, que constituye el principal factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares, como infartos al miocardio y accidentes cerebrovasculares.

 

Diego Ramonfaur, residente de Medicina Interna en el Cleveland Clinic en Estados Unidos y aliado de Fundación CTR, explica que uno de los mitos más persistentes es creer que si una persona se siente bien, su presión arterial también debe estar en niveles normales.

 

“La mayoría de las veces, una persona con hipertensión no tiene ningún síntoma”, advierte el especialista. “Eso genera una falsa sensación de bienestar, mientras el daño en órganos vitales como el corazón, el cerebro o los riñones progresa sin ser detectado”.

 

Otro error común es pensar que los medicamentos para la presión sólo se toman cuando los niveles están elevados. “Eso es falso”, aclara Ramonfaur. “El tratamiento debe ser constante. Sólo en casos específicos —como pérdida significativa de peso o resolución de enfermedades asociadas— podría considerarse suspenderlo, pero nunca sin supervisión médica. De lo contrario, se corre el riesgo de sufrir picos peligrosos”.

 

Afortunadamente, hay formas comprobadas de prevenir la hipertensión antes de hacerse crónica como la actividad física regular. También se recomienda una dieta baja en sodio y en grasas saturadas, lo cual implica reducir el consumo de alimentos procesados, más allá de simplemente evitar la sal de mesa.

 

Otro factor crucial es evitar el cigarro y los vapeadores. “Cualquier forma de tabaco inhalado afecta a los pulmones y otros órganos. Está demostrado que incrementa significativamente el riesgo de infartos al miocardio y accidentes cerebrovasculares”, enfatiza Ramonfaur.

 

Finalmente, el estrés crónico, tanto físico como emocional, también puede repercutir en la salud cardiovascular. Aunque su diagnóstico se basa principalmente en la historia clínica, existen biomarcadores que ayudan a medir su impacto fisiológico, como la presión arterial, el colesterol y ciertos indicadores inflamatorios. “No todo el estrés es malo, pero cuando se acumula y se vuelve incontrolable, puede ser profundamente nocivo para el sistema cardiovascular”, agrega.

 

En resumen, cuidar el corazón es una tarea que debe empezar en edades tempranas. Desde jóvenes se deben tomar decisiones inteligentes y sencillas como: moverse más, comer mejor, evitar el cigarro, manejar el estrés y, sobre todo, monitorear la presión arterial con regularidad, sobre todo si se tiene algún síntoma recurrente (dolor de cabeza, mareos, zumbido de oídos, hinchazón). Para saber más, te recomendamos visitar el canal de Youtube de la Fundación CTR y nuestras redes sociales en Instagram y Facebook.

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