¿Lambertina? ¡Qué casualidad!

¿Lambertina? ¡Qué casualidad!

En política, las casualidades no existen; en su lugar, son procesos que se interpretan como resultado de estrategias deliberadas, negociaciones ocultas o maniobras de poder, en donde los actores políticos a menudo buscan influir en los resultados para alcanzar sus objetivos.

 

Por ello, no es casualidad que con la cercanía de la elección judicial haya sido detenida la exmagistrada Lambertina Galeana, acusada de estar vinculada con la desaparición de pruebas del caso de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa. ¡Detenida, de buenas a primeras, después de 11 años del hecho trágico! ¡Es hilarante el asunto!

 

Qué casualidad que a pocos días de que los mexicanos “acudan” a las urnas para elegir a jueces, magistrados y ministros, resurjan estas acusaciones y que esta detención se dé en un contexto de indiferencia ciudadana… tal pareciera un movimiento calculado para legitimar la farsa monumental que es la elección judicial.

 

Tampoco es casualidad que el gobierno haya intensificado la promoción de la elección con mensajes que resaltan la necesidad de un Poder Judicial más humano, más sensible, más plural y que sirva al pueblo (¡no se ría, es en serio!).

 

La narrativa de jueces corruptos, como el caso de la exmagistrada de 79 años, encaja perfectamente en el discurso. Sin embargo, esta estrategia no está exenta de contradicciones, ya que el proceso de esta elección judicial ha estado plagado de irregularidades, como las listas de candidatos con datos incompletos, aspirantes vinculados al crimen organizado y un proceso de selección que ha sido criticado por su opacidad, desaseo y exhibicionismo.

 

Además, no podemos pasar por alto que la reforma judicial ha sido objeto de intensos señalamientos negativos, con críticas que advierten sobre el riesgo de politizar la justicia y comprometer la independencia del Poder Judicial.

 

El gobierno cacarea la detención de Lambertina Galeana como un “triunfo” contra la impunidad, con el fin de persuadir a la sociedad de participar en la elección, mostrando que el sistema actual está roto y que sólo el voto popular puede corregirlo (¡que no se ría!).

 

Pero el caso Ayotzinapa ha sido un símbolo de impunidad y fallas sistémicas, con jueces que en el pasado han liberado a responsables bajo argumentos técnicos o por resoluciones controvertidas.

 

Por eso y más, no es casualidad la detención de la exmagistrada, justo cuando el gobierno busca impulsar una elección judicial que nació fracasada y que no despierta el interés de ningún mexicano.