
La primera ola de calor de 2025 llegó a México con una fuerza letal. El termómetro superó los 45°C en Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila, Guerrero, San Luis Potosí y Michoacán.
En ese contexto, hasta la segunda semana de mayo, la Secretaría de Salud federal confirmó al menos seis muertes asociadas a las temperaturas extremas. Y se espera que la cifra aumente, pues el calor seguirá al menos hasta junio.
Las causas de estas muertes, sin embargo, van mucho más allá del calor como fenómeno meteorológico. La exposición prolongada a altas temperaturas puede ser mortal, sí, pero lo que realmente determina quién vive o muere tiene que ver con las condiciones de vida, salud, trabajo y protección social de la población.
Factores climáticos y el fenómeno de la canícula
La ola de calor actual tiene que ver con el fenómeno conocido como canícula, un periodo de aproximadamente 40 días caracterizado por temperaturas extremas que pueden superar los 40 grados Celsius y una marcada ausencia de lluvias. Este fenómeno, que se presenta principalmente en regiones del norte, sur y sureste de México, genera un ambiente seco y caluroso que afecta la salud pública, provocando golpes de calor, deshidratación y enfermedades gastrointestinales.
Infraestructura y condiciones laborales
No es sólo el clima extremo el que provoca las muertes, sino también las condiciones en las que muchas personas viven y trabajan. El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) alertó que temperaturas superiores a 32 grados pueden disminuir la concentración y aumentar el riesgo de accidentes laborales en casi un 10%, especialmente en trabajadores expuestos a fuentes generadoras de calor o que laboran en espacios cerrados sin ventilación adecuada. Los jornaleros agrícolas, por ejemplo, enfrentan riesgos elevados debido a largas exposiciones al sol y condiciones laborales precarias, con un bajo nivel socioeconómico y limitado acceso a servicios de salud, lo que contribuye a la mortalidad por calor extremo.
Por otro lado, la infraestructura urbana deficiente agrava los efectos del calor. Muchas viviendas en zonas populares están hechas con materiales que retienen el calor como láminas, cemento o bloques sin aislamiento térmico.
Vulnerabilidad social y descuido
La vulnerabilidad ante el calor extremo está también marcada por factores sociales como la edad, el género y el acceso a servicios médicos. Las personas más afectadas suelen ser hombres en edad laboral (18 a 65 años), con baja escolaridad y sin derechohabiencia a servicios de salud. Además, niños, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas son especialmente susceptibles a los efectos del calor. La falta de conciencia o el descuido en la prevención, como no mantenerse hidratado o exponerse durante las horas de mayor calor, agravan los riesgos.
¿Cómo protegerse?
Ante estas situaciones, la Secretaría de Salud recomienda:
Evitar la exposición al sol entre las 11 y 17 horas.
Hidratarse, aunque no se tenga sed.
Usar ropa ligera y de colores claros.
No permanecer dentro de vehículos cerrados.
Prestar especial atención a niños, adultos mayores y enfermos.