La nueva tendencia entre futbolistas de élite es clara: ya no solo aspiran a brillar en las canchas, sino también a dejar su huella en los despachos. En los últimos meses, estrellas como Kylian Mbappé y Vinícius Jr. han acaparado titulares no solo por sus actuaciones en el campo, sino por sus ambiciosas inversiones en clubes históricos. Mbappé adquirió recientemente al SC Caen, equipo con el que tiene vínculos personales, mientras que el brasileño Vinícius se convirtió en propietario del Alverca de Portugal, apostando por el desarrollo de jóvenes talentos.
Ahora, quien se suma a esta ola es Gareth Bale. El ex delantero galés del Real Madrid y del Tottenham Hotspur ha iniciado gestiones para adquirir al Plymouth Argyle, conjunto que actualmente compite en la Championship, la segunda categoría del futbol inglés. Para ello, Bale se ha asociado con una firma de capital privado estadounidense con la que busca reunir los fondos necesarios para hacerse con una participación mayoritaria en el club.
Esta estrategia empresarial recuerda a la que emprendió recientemente su excompañero en el Real Madrid, Luka Modric, quien invirtió en el Swansea City, también de la Championship. La intención de Bale no es simplemente económica: el galés ha expresado en diversas ocasiones su deseo de seguir vinculado al mundo del futbol, especialmente en el Reino Unido, y contribuir al crecimiento de clubes con historia y una fuerte conexión con su comunidad.
El Plymouth Argyle, fundado en 1886 y con una afición apasionada, representa una oportunidad atractiva para Bale. Además, su ubicación en el suroeste de Inglaterra lo convierte en un club con un gran potencial de expansión regional y comercial. La operación, aún en fase preliminar, ha despertado gran expectación entre los hinchas del equipo, que ven en la posible llegada de Bale una oportunidad para fortalecer el proyecto deportivo y modernizar la gestión institucional.
Con esta movida, Gareth Bale busca consolidarse como empresario del futbol, sumándose a una nueva generación de exjugadores que, lejos de alejarse del deporte tras su retiro, deciden apostar por su evolución desde el ámbito ejecutivo. La era de los futbolistas-inversores ha llegado para quedarse.
