Lily Murphy, una británica de 30 años, fue diagnosticada con melanoma en etapa 4 luego de que los médicos atribuyeron en un inicio sus síntomas a un cuadro de ansiedad. La joven, que ya había superado un cáncer de piel hace unos años, llegó al hospital con dolor en el pecho y espalda, pero su historial de salud mental llevó a los especialistas a descartar una afección grave.
Murphy trabaja en el área de dermatología del Hospital General Watford y fue su madre, también empleada en el mismo centro, quien insistió en llevar a cabo pruebas más detalladas. Los estudios finalmente confirmaron que el cáncer había regresado y se había extendido a su cuello y pulmones, por lo que ahora, tendrá que llevar un tratamiento de por vida para combatir la enfermedad.
La joven había recibido un diagnóstico temprano en 2018 tras un viaje por Asia, pero pensó que tenía una "segunda oportunidad" después de superar la enfermedad. Sin embargo, en 2023 comenzó a sentir agotamiento extremo y dolores, lo que la llevó a buscar ayuda médica.
Murphy sufrió efectos secundarios severos, como una reacción alérgica a la quimioterapia y un episodio de sepsis. Actualmente, está recibiendo inmunoterapia con resultados moderadamente positivos, lo que le permitió regresar a su trabajo en el hospital.
Ante su situación, dio a conocer que inició una campaña para prohibir las camas de bronceado en el Reino Unido, argumentando que representan un riesgo significativo para la salud. Su petición en Change.org ya reunió más de 700 firmas y busca generar conciencia sobre los peligros del bronceado artificial.
"Tu bronceado es semipermanente, pero tu vida debería ser permanente", dice el lema de su campaña.
