
Un equipo científico logró identificar a la bacteria Vibrio pectenicida como la causante del síndrome de desgaste de las estrellas de mar, una enfermedad que provocó la muerte de miles de millones de ejemplares desde 2013. Esta epidemia es considerada la más grave documentada en el medio marino y afectó a más de 20 especies distintas a lo largo de la costa oeste de América del Norte, desde Alaska hasta México.
La investigación fue publicada en la revista Nature Ecology & Evolution y se desarrolló durante cuatro años, permitiendo aislar la cepa FHCF-3 de Vibrio pectenicida como el agente patógeno responsable. De acuerdo con los expertos, la enfermedad comienza con lesiones externas y termina en la descomposición de los tejidos de las estrellas de mar, provocando su muerte en aproximadamente dos semanas. Asimismo, señalaron que los ejemplares infectados suelen contorsionarse y perder sus brazos antes de fallecer.
Uno de los casos más dramáticos es el de la estrella de mar girasol (Pycnopodia helianthoides), capaz de desarrollar hasta 24 brazos y alcanzar el tamaño de una rueda de bicicleta; sin embargo, 90% de esta especie fue exterminada en la última década, por lo que fue incluida en la “lista roja” de especies en peligro crítico de extinción de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
After a four-year investigation, a breakthrough study reveals the cause of sea star wasting disease (SSWD). A strain of the bacterium Vibrio pectenicida is the culprit behind the marine epidemic that has killed billions of sea stars since 2013. Learn more: https://t.co/4PQlqS1V24 pic.twitter.com/aYHXojSW7g
— Hakai Institute (@HakaiInstitute) August 4, 2025
La desaparición masiva de estas estrellas alteró profundamente los ecosistemas costeros, pues según Melanie Prentice, del Instituto Hakai y la Universidad de Columbia Británica, la ausencia de estrellas de mar girasol provocó un aumento descontrolado de los erizos de mar, lo que a su vez contribuyó a la pérdida de bosques de algas marinas, afectando a numerosas especies y a comunidades humanas que dependen de estos hábitats.
Para confirmar la presencia del patógeno, los investigadores llevaron a cabo siete experimentos de exposición controlada con ejemplares silvestres y en cautividad. Posteriormente, aplicaron técnicas de secuenciación genética para comparar los tejidos enfermos y sanos, lo que permitió identificar con precisión a Vibrio pectenicida como el agente responsable. Además, los resultados fueron corroborados en laboratorio mediante exposición directa a muestras puras de la bacteria.
Durante más de una década, surgieron varias hipótesis sobre el origen de la enfermedad. Inicialmente, se consideró a un densovirus como posible causa, pero tanto las inconsistencias en los resultados, como la falta de evidencia molecular sólida descartaron esa posibilidad.
Con la identificación del patógeno, los científicos podrán investigar los factores que favorecen su propagación, y una línea de estudio apunta al aumento de la temperatura del océano, ya que se observó que Vibrio prospera en aguas cálidas.