
Un estudio reciente llevado a cabo por investigadores chinos reveló que el consumo compulsivo de videos cortos en plataformas como TikTok e Instagram podría estar generando alteraciones significativas en el cerebro humano. Según los expertos, este tipo de contenido activa los mismos circuitos neuronales vinculados al sistema de recompensas y la regulación emocional que se ven afectados por sustancias como el alcohol y la nicotina.
Los investigadores observaron que los usuarios con signos de adicción a estos videos presentaban un aumento en el volumen de materia gris en regiones como la corteza orbitofrontal y el cerebelo. Estas áreas están relacionadas con la toma de decisiones y el control emocional, lo que sugiere que el estímulo constante de los videos cortos podría estar modificando la estructura cerebral de manera preocupante.
Además de los cambios físicos, el estudio identificó más de 500 genes asociados con la señalización sináptica y la conectividad neuronal, muchos de ellos activos durante la adolescencia. Esta etapa es considerada crítica para el desarrollo cerebral y podría ser especialmente vulnerable a los efectos de este tipo de contenido, según advirtieron los investigadores.
Otro hallazgo relevante fue la relación entre la envidia disposicional, es decir, la tendencia a compararse negativamente con otros, y la susceptibilidad a desarrollar adicción a los videos cortos. Esta dinámica emocional es común en redes sociales y podría estar intensificando el impacto sicológico de estos contenidos.
Aunque los efectos no equivalen al daño químico provocado por el alcohol o la nicotina, los especialistas señalan que la alteración prolongada en la motivación y la capacidad de concentración representa una amenaza real. Asimismo, el sistema de dopamina del cerebro podría estar siendo sobreestimulado, reduciendo la capacidad de experimentar placer en actividades cotidianas y generando dependencia a estímulos rápidos y constantes.
Finalmente, este estudio plantea interrogantes sobre el bienestar mental de los usuarios, especialmente los más jóvenes, en un entorno digital que privilegia la velocidad y la gratificación inmediata. Por esto, los investigadores hicieron un llamado para reflexionar sobre los hábitos de consumo de contenido y sus posibles consecuencias a largo plazo en la salud cerebral.