
Lo que comenzó un 23 de agosto de 2005 como un huracán moderado sobre Bahamas, adquirió rápidamente categoría 1 cuando llegó a las costas de Florida. Luego, a medida que iba recorriendo el Golfo de México, la tormenta adquirió cada vez más fuerza hasta que el 29 de agosto, el huracán Katrina tocó la costa sur de Estados Unidos como tormenta de categoría 3 con vientos de hasta 193 kilómetros por hora, arrasando con todo lo que había a su paso.
Considerado el desastre natural más costoso en la historia de país, el huracán dejó un saldo de entre 1200 y 1800 muertos, además de pérdidas estimadas hoy en 170.000 millones de dólares, según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA). Dos décadas después, la ciudad de Nueva Orleans (la principal urbe afectada) y sus habitantes aún enfrentan las consecuencias materiales, sociales y demográficas de la tormenta fatal.
Tras la ruptura de más de 50 diques, aproximadamente el 80% de la ciudad terminó bajo el agua. Las zonas más bajas, donde residían principalmente familias afroamericanas y de bajos recursos, fueron las más afectadas. Entre ellas, el barrio Lower Ninth Ward sufrió daños severos, tanto en términos humanos como materiales. "Lo que empezó como un desastre natural se convirtió en un desastre provocado por el hombre: el fracaso del Gobierno a la hora de velar por sus propios ciudadanos", afirmó tiempo después el expresidente Barack Obama en 2015.
Más allá de las órdenes de evacuación obligatoria, cerca de 100 mil personas permanecieron atrapadas en la ciudad. La falta de acceso a transporte y el aislamiento afectaron especialmente a los sectores más empobrecidos. Más de 25.000 personas se refugiaron en el estadio Superdome, donde las condiciones se deterioraron rápidamente. En palabras de Brian McNoldy, investigador de la Universidad de Miami, "Katrina fue en parte un desastre natural y en parte un desastre provocado por el hombre".
Los efectos del huracán se extendieron mucho más allá de la emergencia inmediata. Alrededor de 400 mil personas fueron desplazadas permanentemente y, en muchos casos, las familias con menores ingresos no pudieron regresar. Según Data Center Research, la población de Nueva Orleans cayó a menos de la mitad un año después. Para 2019, había alcanzado el 80% de su nivel anterior al desastre, aunque con variaciones importantes en su composición. Algunos barrios tienen hoy menos residentes menores de 18 años, y la ciudad presenta una mayor diversidad racial con aumentos en las poblaciones latina y asiática.
Para hacerle frente a la catástrofe, el Congreso de Estados Unidos destinó en ese entonces más de 10.000 millones de dólares para asistencia, aunque la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno informó que cerca de 1.300 millones se perdieron por fraude. En paralelo, se emprendió la reconstrucción del sistema de contención. Finalizado en 2022 tras 17 años de obras, el nuevo sistema de diques busca evitar otro colapso. Ed Link, ingeniero civil a cargo de la evaluación técnica del caso, aseguró que el sistema es "robusto", aunque advirtió: "no es adecuado para sostener a New Orleans indefinidamente".
Las autoridades locales y estatales también impulsaron un programa de restauración de pantanos con un presupuesto estimado de 14.000 millones de dólares. Esta acción tuvo lugar luego de que el país fuera consciente de la importancia del estado sureño para la distribución energética. "Estados Unidos depende de Louisiana para su seguridad energética", declaró Sidney Coffee, asesora de la gobernación estatal, al destacar la importancia de proteger el ecosistema costero.
En la comunidad científica se recuerda a Katrina como un desastre natural producto de condiciones oceánicas excepcionales. "La temperatura en la superficie del mar era mucho más cálida de lo normal en la mayor parte del Atlántico tropical", señaló McNoldy en un artículo publicado en The Washington Post. No obstante, los modelos climáticos actuales muestran una probabilidad creciente de tormentas más intensas, con lluvias más abundantes y trayectorias más lentas. Aunque la NOAA advierte que aún se requiere mayor investigación para proyectar estos efectos con precisión, nadie puede descartar que un fenómeno similar a Katrina pueda repetirse. (NotiPress)