Las mujeres ya no quieren el apellido del esposo, ¿por qué?

Las mujeres ya no quieren el apellido del esposo, ¿por qué?

Foto: FreePik, Enfoque

En el Grito de Independencia, la presidenta Claudia Sheinbaum llamó la atención al referirse a “la Corregidora de Querétaro” como Josefa Ortiz Téllez Girón, haciendo a un lado el nombre tradicional de "Josefa Ortiz de Domínguez". 

 

En épocas pasadas, especialmente en contextos occidentales y coloniales como el de la Nueva España y el México independiente hasta el siglo XX, el uso del apellido del esposo por parte de las mujeres estaba profundamente arraigado en estructuras patriarcales y normas sociales que reflejaban la subordinación de la mujer al hombre. 

 

En muchas culturas, el matrimonio transfería simbólicamente la "autoridad" del padre al esposo, por lo que adoptar el apellido era señal de que la mujer "pertenecía" a su esposo o a su linaje. Esto se reforzaba en contextos legales, donde la identidad de la mujer casada estaba subordinada a la del hombre, quien era considerado el jefe del hogar.

 

El apellido del esposo se usaba para consolidar la unidad familiar bajo un solo nombre, priorizando el linaje masculino en términos de herencia, propiedades y prestigio social. En la sociedad colonial, esto era crucial para mantener el control de tierras y títulos nobiliarios.
 

En el derecho, las leyes reforzaban la idea de que la mujer casada debía identificarse con el apellido marital; asimismo, la iglesia católica, influyente en la sociedad, también promovía esta práctica al enfatizar el rol de la mujer como esposa y madre dentro del matrimonio.

 

Pero más allá de la ley, las costumbres dictaban que una mujer casada adoptara el "de" seguido del apellido del esposo en documentos, correspondencia y vida pública, como una señal de respeto y estatus matrimonial. Esto era particularmente común entre las clases altas y medias, aunque variaba en comunidades indígenas o rurales.
 

En la actualidad, la práctica de usar el apellido del esposo con el "de" ha disminuido significativamente en México debido a cambios sociales, legales y culturales impulsados por los movimientos feministas y la búsqueda de igualdad de género.

 

Los movimientos feministas, especialmente desde el siglo XX, han cuestionado las normas patriarcales que subordinan la identidad de la mujer a la del hombre. Mantener el apellido de soltera se considera una forma de afirmar la identidad individual y rechazar la idea de pertenencia al esposo.
 

En México, el Código Civil Federal y los códigos estatales han evolucionado para eliminar la obligatoriedad de que las mujeres adopten el apellido del esposo. Desde finales del siglo XX, las mujeres pueden mantener sus apellidos de nacimiento en documentos oficiales.
 

Con la llegada del 2000, el uso del apellido de soltera se ha normalizado, especialmente en contextos urbanos y profesionales. Las nuevas generaciones, influenciadas por el feminismo y la igualdad de género, ven el "de" como arcaico o innecesario. Además, la digitalización de registros ha facilitado mantener los apellidos originales en identificaciones, pasaportes y otros documentos.


 

Hoy en día, hay mayor flexibilidad en cómo las parejas manejan los apellidos, algunas mujeres eligen adoptar el apellido del esposo por tradición o preferencia personal, pero no es una expectativa universal.

 

El uso de Josefa Ortiz Téllez Girón, por parte de Claudia Sheinbaum en el Grito de Independencia, marcó un momento simbólico, al resaltar la identidad propia de una figura histórica en un acto nacional. 

 

Esto refleja cómo las narrativas oficiales están comenzando a adoptar un enfoque más igualitario, aunque el cambio cultural y la igualdad social siguen siendo un proceso en curso en diferentes regiones y contextos sociales de México.

 

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