
Los científicos localizaron por primera vez el "reloj del kilometraje" dentro del cerebro, registrando la actividad de ratas en movimiento. Durante los experimentos, observaron que un grupo de células se activaba con un patrón regular, similar al de un odómetro, marcando cada pocos pasos del animal.
Esta investigación, publicada en la revista Current Biology, se enfocó en una región del cerebro relacionada con navegación y memoria. El profesor James Ainge, de la Universidad de St Andrews, señaló: "Imagina caminar entre la cocina y la sala de estar. Estas células se encuentran en la parte del cerebro que proporciona ese mapa interno: la capacidad de ubicarte mentalmente en el entorno".
Los resultados indicaron que cuando el patrón de activación de las células se volvía irregular, tanto ratas como humanos calculaban mal las distancias recorridas. Esta situación se reprodujo en condiciones como la oscuridad o la niebla, donde el "contador de kilómetros" cerebral dejó de funcionar correctamente, dificultando la estimación de recorridos.
Durante el experimento, los investigadores entrenaron ratas en una arena rectangular, recompensándolas con un trozo de cereal de chocolate al recorrer la distancia indicada. En este contexto, las células cerebrales se activaban cada 30 centímetros recorridos. "Cuanto más regular era el patrón de disparo, mejor calculaban los animales la distancia que tenían que recorrer para conseguir la golosina", explicó Ainge.
Cuando los científicos alteraron la forma de la arena, el disparo de las células perdió regularidad y los animales comenzaron a detenerse antes de alcanzar la distancia necesaria. Según Ainge, "es fascinante. Parecen mostrar este tipo de subestimación crónica. Hay algo en el hecho de que la señal no sea regular lo cual significa que se detienen demasiado pronto".
El experimento también se replicó con voluntarios humanos en una arena de 12 por 6 metros instalada en la universidad. Los participantes lograron estimar con precisión las distancias en un entorno simétrico, pero cometieron errores cuando los investigadores modificaron la forma del espacio. Ainge concluyó: "Las ratas y los humanos aprenden muy bien la tarea de estimar distancias; por lo tanto, cuando se modifica el entorno de una forma que sabemos que distorsiona la señal en las ratas, se observa exactamente el mismo patrón de comportamiento en los humanos".
Los investigadores señalan que el hallazgo brinda información sobre el funcionamiento del mapa interno del cerebro y su vulnerabilidad en condiciones adversas. Según Ainge, esta situación abre la puerta a estudios médicos: "las células cerebrales específicas que estamos registrando se encuentran en una de las primeras áreas afectadas por el Alzheimer" resaltó. Según los científicos, ya existen juegos de diagnóstico digitales aplicados a la navegación, y en el futuro podrían desarrollarse pruebas centradas en la estimación de distancias. (NotiPress)