¿Te enojas sin razón? Tu cerebro podría estar en alerta máxima

¿Te enojas sin razón? Tu cerebro podría estar en alerta máxima

Foto: FreePik

La ira se convirtió en una emoción frecuente en la vida cotidiana de muchas personas, y su efecto sostenido puede afectar tanto la salud como las relaciones personales. Así lo indicó Xiaolei Chen, médica de atención primaria en el Hospital Houston Methodist, quien explicó: "La ira es una emoción humana completamente normal, y existe en un espectro".

 

Aunque se trata de una reacción natural, cuando esta emoción empieza a modificar el comportamiento o las dinámicas personales, puede ser una señal de alarma. "Cuando se vuelve tan intensa que empieza a afectar tu comportamiento o tu relación con los demás, ahí es cuando se convierte en un problema que hay que atender", puntualizó la especialista.

 

Según información obtenida por NotiPress, la ira tiene tres dimensiones clave: fisiológica, cognitiva y conductual. En la primera, el cuerpo reacciona liberando catecolaminas, lo cual puede elevar la frecuencia cardíaca, generar tensión muscular o causar sudoración.

 

La dimensión cognitiva está moldeada por la cultura y el entorno. "A los hombres a menudo se les enseña a expresar su enojo de manera más directa. Mientras que a las mujeres se les anima más a reprimirlo, esta diferencia no es biológica, sino una construcción social" afirmó Chen.

 

En cuanto a la dimensión conductual, la experta señaló: "La amígdala es la que dispara esa emoción intensa. Pero es la corteza prefrontal —la parte del cerebro que toma decisiones— la que ayuda a regularla".

 

Uno de los factores centrales que intensifica esta respuesta emocional es el cortisol, la principal hormona relacionada con el estrés. "El cortisol puede amplificar todos los efectos físicos que asociamos con la ira", advirtió la doctora. Añadió que cuando las personas se mantienen en estado de estrés prolongado, sus niveles de cortisol pueden mantenerse elevados, lo cual intensifica las reacciones ante detonantes cotidianos.

 

"En esos casos, hasta un pequeño detonante puede generar una reacción emocional o física desproporcionada", precisó. Esto puede provocar un estado constante de alerta que, con el tiempo, afecta la salud del corazón, el sueño, la estabilidad emocional y la toma de decisiones.

 

Para mitigar estos efectos, la especialista propone una "caja de herramientas contra la ira", compuesta por técnicas de respiración profunda, anclaje sensorial (grounding) y pausas conscientes. Estas prácticas ayudan al cuerpo a restablecer el equilibrio fisiológico y permiten reducir la intensidad de las respuestas impulsivas.

 

Además de las herramientas inmediatas, se recomienda integrar hábitos saludables como una dieta balanceada, actividad física regular, descanso adecuado, meditación y apoyo psicológico. En casos más complejos, la Dra. Chen sugiere considerar la terapia cognitivo-conductual para trabajar con patrones emocionales arraigados.

 

"Ese ciclo de estrés crónico más cortisol y respuestas exageradas de ira, puede dejarte con la sensación de estar acelerado, agotado y más propenso a actuar por impulso o de forma agresiva", señaló Chen. Frente a este panorama, buscar atención especializada puede marcar una diferencia significativa en la calidad de vida. (NotiPress)

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