Sirenas y choques: la imprudencia a bordo de los vehículos oficiales

Sirenas y choques: la imprudencia a bordo de los vehículos oficiales

Foto: Enfoque

Se pensaría que quienes están encargados de aplicar la ley deben ser los primeros en respetarla y poner el ejemplo, pero la realidad es otra: elementos de seguridad pública (policías, personal de emergencia y otros vehículos oficiales) son recurrentemente los protagonistas o causantes de accidentes de tránsito, muchos de ellos por una evidente falta de precaución.

 

Este miércoles 8 de octubre se registró el caso de un elemento de la Guardia Nacional que intentó ganarle el paso al tren en el municipio de Tepeaca y, por supuesto, no lo logró. El ferrocarril embistió la patrulla, la arrastró unos metros y el vehículo oficial terminó impactado en un poste.

 

 

El oficial que conducía “la libró”, pues aunque con algunas lesiones, no requirió hospitalización. El problema no radica en la emergencia inherente a sus funciones, sino en el uso imprudente de sus concesiones de circulación.

 

Las estadísticas y los reportes periodísticos frecuentemente señalan que los accidentes que involucran a patrullas, ambulancias o vehículos de bomberos no siempre ocurren en persecuciones de alto riesgo o en situaciones de vida o muerte.

 

En muchos casos, las causas son idénticas a las de cualquier otro choque: exceso de velocidad sin justificación, distracción al volante o maniobras temerarias, como pasarse un semáforo en rojo o dar una vuelta prohibida sin activar las señales de emergencia.

 

Cuando un agente de seguridad comete una imprudencia vial, el impacto es doble porque pone en peligro a peatones, ciclistas y otros conductores, contraviniendo su misión principal de proteger a los ciudadanos.

 

Pero, además, si el encargado de multar por pasarse un alto es el mismo que lo transgrede sin necesidad, ¿con qué moral exige el cumplimiento al ciudadano común?

 

Para entender esta problemática hay que conocer las reglas especiales que aplican a los vehículos de emergencia.

 

La mayoría de los reglamentos de tránsito en México, basados en la necesidad de atender emergencias de manera inmediata, establecen concesiones o privilegios para los vehículos de emergencia (patrullas, ambulancias, bomberos) siempre que circulen con las señales luminosas y audibles (sirena) encendidas.

 

Legalmente, cuando un vehículo de emergencia (como una patrulla) está en servicio de urgencia y utiliza sus luces y sirena, puede tener ciertas licencias, como pasarse semáforos en rojo, circular en sentido contrario con precaución, dar vueltas prohibidas y exceder el límite de velocidad.

 

Pero hay una regla de oro: la condición indispensable en casi todas las normativas es que estas concesiones están supeditadas a no poner en riesgo la vida, la integridad y el patrimonio de las personas; no obstante, muchos de estos percances terminan en tragedias, en las que los elementos también son víctimas.

 

El 27 de enero de este año, un elemento de la Secretaría de Seguridad Ciudadana murió en un aparatoso percance en la autopista México-Puebla, en el que se vieron involucradas cuatro unidades.

 

 

El conductor de la patrulla no pudo frenar a tiempo y terminó chocando contra un taxi, luego de que un tráiler con material de construcción se incorporara a exceso de velocidad.

 

El 28 de febrero una patrulla de seguridad privada atropelló a una mujer en la Vía Corta a Santa Ana, cerca de la SCT, causando su muerte. El vehículo circulaba a exceso de velocidad, sin las torretas encendidas y en un intento por rebasar, pasó un tope sin reducir la marcha y embistió a la mujer.

 

 

El pasado 1 de agosto, una serie de incidentes que inició con una persecución entre policías estatales y un camión con reporte de robo dejó un saldo inicial de dos uniformados muertos luego de que el tractocamión robado embistió la patrulla en la que viajaban sobre el segundo piso de la autopista México-Puebla.

 

 

Las autoridades han señalado que el uso de la sirena no es un "pase libre" para ignorar el peligro, y mucho menos se debe usar para evitar el tráfico o actividades ajenas a la labor de los policías, agentes de vialidad o cuerpos de emergencia.

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