La urgencia silenciosa de protegernos

La urgencia silenciosa de protegernos

Del 6 al 10 de octubre se celebra la Décima Semana Nacional de Ciberseguridad 2025, un momento para detenernos un instante y mirar lo que sucede en el entorno digital. Porque vivimos ya no solo en la era de lo visible, sino en la era de lo invisible, en donde datos, redes, algoritmos y seres humanos caminan de la mano cerca, pero también cerca del precipicio.

 

En este contexto México está recibiendo un golpe silencioso, profundo y para muestra un botón. Tan solo en el primer semestre de este año se registraron al menos 40.6 mil millones de intentos de ciberataques, ubicándose como el segundo país más atacado de América Latina, solo por detrás de Brasil, según reportes de Fortinet. De esos ataques, 17 mil millones fueron escaneos activos que buscan servicios vulnerables. Sectores como manufactura, telecomunicaciones, salud y finanzas ya no son “posibles blancos”, son blancos definidos. 

 

Este panorama pareciera ser catastrofista, pero no es una exageración, la evidencia nos indica que estamos, si no al límite, entonces muy cerca de él. Porque cuando un hospital, una planta industrial o incluso una PYME es objeto de un ataque exitoso, lo que se roba va más allá de bits y bytes, lo que se transgrede es la confianza, integridad, recursos. Los ataques lastiman la vida cotidiana, generan pérdidas reales

 

En este contexto, la semana de la ciberseguridad no puede quedarse en conferencias y hashtags, tiene que convertirse en un punto de partida importante para repensar instituciones, normas y cultura digital.

 

Hoy, lamentablemente, no basta con discursos sobre transformación digital, es esencial fortalecer las defensas, asignar presupuestos adecuados a las instituciones y crear leyes que cierren las brechas explotadas por los atacantes.

 

Las empresas, sin importar su tamaño, deben integrar la ciberseguridad como parte de su modelo de negocio, no como un gasto opcional. Esto implica proteger sistemas, capacitar al personal y establecer protocolos de respuesta a incidentes, antes de que ocurra un desastre.

 

La ciudadanía tiene un papel crucial, educarse en lo básico, verificar información, desconfiar y preguntar. En México, más de 13 millones de personas han sido víctimas de fraudes cibernéticos, como el phishing, en los últimos años. 

 

Un solo clic erróneo puede vaciar una cuenta o exponer una identidad, dejando de ser un descuido inocente.

 

No voy a decir que estamos en un punto de no retorno, pero sí quiero afirmar que las señales no autorizan la demora. En la semana de la ciberseguridad, deberíamos exigir corresponsabilidad, es decir, que los gobiernos actúen, que las empresas garanticen capacidad de prevención y respuesta y que las personas sepamos que este es territorio compartido.

 

No basta con observar pasivamente los ataques, ya sean estos dirigidos a nuestra persona, a nuestros datos o nuestra reputación. Es imperativo desarrollar una mentalidad proactiva que nos permita anticiparnos. Esto implica un análisis constante de las posibles vulnerabilidades, la identificación de patrones de riesgo y la implementación de medidas preventivas.

 

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