Mole de Caderas, símbolo de identidad y compromiso con el campo poblano: Olga Méndez

Mole de Caderas, símbolo de identidad y compromiso con el campo poblano: Olga Méndez

Foto: Enfoque, Imagen Poblana

La segunda temporada del Mole de Caderas, uno de los platillos emblemáticos de Puebla, ha comenzado, y con ella, la oportunidad de degustar un manjar que engloba la tradición, el esfuerzo y la riqueza natural de la mixteca.

 

Desde principios de octubre hasta finales de noviembre, este platillo, cuya preparación es un arte que combina dedicación y herencia cultural, deleita a locales y visitantes. En entrevista con Olga Méndez Juárez, destacada representante del sector restaurantero, se revelaron los secretos detrás de este manjar.

 

El mole de caderas tiene como protagonista al chivo, pero no cualquier chivo, “son chivos cebados que caminan por los desfiladeros de la Mixteca Poblana, lo que le da un sabor único y especial al platillo”, explicó.

 

Este proceso, que puede parecer común en estados como Hidalgo y Oaxaca, adquiere un carácter distintivo en Puebla gracias al cuidado que los ganaderos de cuarta generación dedican a estos animales durante todo un año, criados bajo el sol y en condiciones que potencian la calidad de su carne.

 

La temporada del Mole de Caderas es breve, pero su impacto es profundo. “En 2025, hemos fortalecido nuestra alianza con los ganaderos, personas que han dedicado su vida a este platillo, es un trabajo de sol a sol, un esfuerzo que merece ser reconocido”.

 

El sector restaurantero, consciente de su dependencia del campo, apuesta por pagar salarios justos a quienes hacen posible este manjar, desde los ganaderos hasta los productores de los ingredientes que acompañan el mole.

 

“Nosotros vivimos del campo, y el éxito de un restaurante radica en la riqueza de lo que la tierra nos ofrece”, destacó Méndez Juárez. Además, añadió que Puebla es un estado bendecido por su diversidad culinaria, capaz de ofrecer infinidad de platillos que no solo alimentan, sino que cuentan historias de tradición, esfuerzo y orgullo.

 

El Mole de Caderas es un claro ejemplo de ello, un platillo que no solo satisface el paladar, sino que honra a quienes lo hacen posible. Así, mientras la temporada llena de aromas y sabores los restaurantes, se renueva el compromiso de preservar esta tradición que, más allá de ser un platillo, es un símbolo de identidad y unión entre el campo y la mesa.

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