Cada 1 de diciembre, el Día Mundial del Sida reúne a una comunidad global de científicos, médicos, familias y activistas para conmemorar a las víctimas del VIH y reforzar los esfuerzos por poner fin a la epidemia. Desde 1988, esta fecha se ha convertido en un punto de reflexión sobre el impacto del virus y los avances alcanzados, de acuerdo con ONUSIDA.
Desde el inicio de la crisis en 1981, alrededor de 44,1 millones de personas han muerto por causas relacionadas con el VIH, mientras que 91,4 millones han sido infectadas. En 1996, el desarrollo de la terapia antirretroviral de gran actividad (HAART) marcó un antes y un después al permitir la supresión del virus y convertir el sida en una enfermedad crónica manejable en países con acceso al tratamiento.
En 2003, Estados Unidos lanzó el Plan de Emergencia del Presidente para el Alivio del Sida (PEPFAR), considerado el mayor programa sanitario global contra una sola enfermedad. A la fecha, se le atribuye haber salvado más de 26 millones de vidas en 50 países, de acuerdo con un comunicado oficial del Departamento de Estado estadounidense.
A partir de 2011, investigaciones confirmaron que los antirretrovirales también reducen el riesgo de transmisión del virus. Un año después, se aprobó en Estados Unidos el uso de Truvada como profilaxis preexposición (PrEP), una pastilla preventiva que reduce el riesgo de infección por vía sexual en un 99%. En 2024, una nueva opción inyectable —lenacapavir— fue aprobada en Europa, con una duración de protección de seis meses por dosis. Según datos de Gilead, en los ensayos clínicos "el lenacapavir demostró ser efectivo al 99.9% para prevenir el contagio del VIH por transmisión sexual en personas que pesan más de 35 kilogramos". A pesar de su eficacia, el fármaco no genera memoria inmunológica y no sustituye el tratamiento para personas que ya viven con el virus.
Pese a estos avances, el objetivo 90-90-90 fijado por ONUSIDA en 2014 no se ha cumplido de manera generalizada. Dicho objetivo, con fecha límite en 2020, buscaba que para ese año el 90% de las personas con VIH estuvieran diagnosticadas, el 90% de estas recibieran tratamiento antirretroviral y el 90% de quienes reciben tratamiento tuvieran supresión viral. Según el Boston Medical Center, su fin era poner fin a la epidemia de sida al interrumpir la transmisión del virus. Aunque Suecia fue el primer país en alcanzarlo en 2016, para 2020 solo 19 países habían logrado metas similares.
En 2025, la respuesta global enfrenta un nuevo desafío: recortes financieros que ya han interrumpido servicios de atención del VIH en varios países. Estados Unidos congeló o retiró parte de su ayuda exterior, mientras que naciones europeas como Reino Unido, Francia y Alemania también redujeron sus aportes a la salud global. Expertos en salud pública han advertido que esta disminución de fondos "puede socavar años de trabajo contra el VIH/sida y otras crisis sanitarias de largo recorrido, como la malaria y la tuberculosis". (NotiPress)