Las celebraciones decembrinas suelen venir acompañadas de reuniones, brindis y convivencia, pero también de desinformación sobre el consumo de alcohol. Por ello, Fundación CTR hace un llamado a la población a desmitificar estas creencias y adoptar prácticas de consumo responsable para proteger la salud y disminuir riesgos durante esta temporada.
El consumo de bebidas alcohólicas en diciembre se incrementa al doble, especialmente los fines de semana, en Navidad y en la víspera de Año Nuevo, elevando las admisiones hospitalarias derivadas de problemas cardíacos y accidentes derivados del consumo de alcohol.
¿Sabías qué?
Según datos del Gobierno de México, en nuestro país, 7 de cada 10 personas han consumido alcohol alguna vez en su vida y 3 de cada 10 presentan un consumo excesivo. La situación entre menores es particularmente preocupante: 4 de cada 10 jóvenes de 12 a 17 años han bebido alcohol y 15% lo hace en exceso. Además, la mitad de los consumidores inicia antes de los 17 años. En promedio, cada persona ingiere 4.4 litros de alcohol puro al año, equivalente a 270 latas de cerveza o 110 caballitos de tequila, con un patrón de consumo excesivo concentrado en períodos cortos.
Durante estas fechas festivas circulan diversos mitos que pueden poner en riesgo la seguridad de las personas. Desde ideas como que “una vez al año no hace daño”, hasta creencias como “si no mezclas bebidas, no se te sube”, la desinformación puede conducir a comportamientos de riesgo, accidentes y complicaciones de salud.
Entre los mitos más comunes alrededor del consumo de alcohol destacan:
Mito: Beber te ayuda a socializar o reducir el estrés.
Realidad: el alcohol es un depresor del sistema nervioso central. Esto significa que disminuye la actividad cerebral, especialmente en las áreas responsables del control de impulsos, la toma de decisiones y la percepción del riesgo. En las primeras etapas de consumo, esta inhibición de ciertas áreas cerebrales puede hacer que una persona se sienta más relajada, “valiente” o sociable. Pero esta sensación no es realmente un aumento de habilidades sociales, sino una reducción del autocontrol y del procesamiento crítico. Es decir, no te vuelves más elocuente, empático o divertido: simplemente te importa menos cómo estás interactuando, y tu cerebro evalúa peor las señales sociales.
Mito: El alcohol solo daña el hígado.
Realidad: Aunque tus últimos análisis médicos indiquen que tu hígado está sano, eso no significa que sea seguro beber en exceso. El alcohol afecta también al corazón, el cerebro, los riñones y la salud mental. Cuando se consume, se absorbe a través de las membranas mucosas de la garganta y el esófago, pasando luego al torrente sanguíneo.
Mito: Beber alcohol al día siguiente cura la cruda.
Realidad: Uno de los mitos más comunes y peligrosos es el de “conectar” la cruda con más alcohol. Aunque pueda parecer que los síntomas se alivian temporalmente, solo prolongas el proceso de recuperación. La cruda o resaca aparece porque el cuerpo está procesando y eliminando toxinas, como el acetaldehído, que se produce al metabolizar el alcohol. Al beber nuevamente, añades más toxinas a un organismo que ya está saturado, retrasando el proceso de recuperación y aumentando la deshidratación, la inflamación y el malestar general.
Mito: Comer algo graso o lácteo reduce la absorción del alcohol y evita que te emborraches.
Realidad: No se puede “forrar” el estómago para evitar la absorción de alcohol. Sin embargo, comer alimentos ricos en proteínas y carbohidratos antes de beber sí puede ralentizar el paso del alcohol al torrente sanguíneo al demorar el vaciado del estómago hacia el intestino delgado, donde el alcohol se absorbe mucho más rápido. Beber con el estómago vacío aumenta el riesgo de emborracharse con menos cantidad, presentar mareos, hipoglucemia, náuseas e irritación gastrointestinal.
Mito: Quien “se pasa” con el alcohol solo necesita dormir.
Realidad: Si alguien se desmaya por beber demasiado, lo peor que puedes hacer es dejarlo solo en una habitación. El alcohol ralentiza la respiración y el ritmo cardiaco, y baja la presión arterial. La cantidad necesaria para provocar desmayo está muy cerca de la cantidad que puede causar la muerte. Si alguien pierde el conocimiento, debes vigilar su respiración y pulso. Si hay cualquier señal de alarma, busca ayuda médica de inmediato: puedes salvarle la vida.
Mito: El café o una ducha fría te “despiertan” si tomaste demasiado.
Realidad: Aunque el café pueda hacerte sentir más alerta y el agua fría active temporalmente tu sistema nervioso, ninguno de estos métodos acelera la eliminación del alcohol. La metabolización del alcohol depende exclusivamente del hígado, que lo procesa a un ritmo fijo. Solo el tiempo reduce la concentración de alcohol en la sangre; no existe un remedio casero que lo haga más rápido.
Mito: Hay personas que pueden manejar bien aún con alcohol.
Realidad: Nadie maneja bien con alcohol en su organismo. Incluso pequeñas cantidades afectan reflejos, juicio y coordinación, aunque no lo notes. El alcohol crea una falsa sensación de control y aumenta el riesgo de accidentes desde la primera copa. Además, no existe un tiempo exacto para “que se te baje”: el cuerpo solo elimina alrededor de una bebida estándar por hora, y aun cuando ya “te sientas bien”, tus habilidades para conducir pueden seguir deterioradas.
Si bebiste, no manejes nunca. Es la única forma segura de evitar un accidente para ti y los que te rodean.
Fundación CTR recuerda que el consumo excesivo de alcohol es un problema de salud pública, especialmente durante diciembre, uno de los meses con mayor número de accidentes viales, agresiones y emergencias relacionadas con el alcohol.
“Las fiestas son para disfrutarse, pero nunca a costa de la salud o la seguridad”, indica Fundación CTR. “La información correcta salva vidas; desmontar estos mitos es clave para celebrar de manera consciente y responsable”.
¿Cómo reducir riesgos si decides beber durante las fiestas decembrinas? Estas medidas ayudan a minimizar (no eliminar) los riesgos:
- Hidrátate entre bebidas: el alcohol es diurético y favorece la deshidratación. Alternar con agua ayuda a mitigar este efecto y a reducir la intensidad de la resaca.
- Evita beber con el estómago vacío: comer antes o durante disminuye la velocidad de absorción del alcohol, reduciendo picos bruscos en la concentración de alcohol en sangre.
- Nunca manejes después de consumir alcohol: incluso pequeñas cantidades afectan la coordinación y el tiempo de reacción. No existe un nivel completamente seguro para conducir.
- Cuida a tu círculo: si alguien presenta signos de intoxicación (confusión, vómitos persistentes, dificultad para caminar o mantenerse despierto), no lo dejes solo y evita que se exponga a situaciones peligrosas. Busca ayuda médica si es necesario.
Fundación CTR reitera su compromiso con la educación en salud y la prevención. En esta temporada decembrina, invita a la población a celebrar con responsabilidad, derribar mitos y tomar decisiones informadas que protejan la vida y el bienestar de todas y todos.