Suena muy pertinente el llamamiento de Cuauhtémoc Cárdenas, una institución en la puja por la democratización de México por lo menos desde 1986 y hasta nuestros días, para que el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum promueva el diálogo con quienes hay discrepancias para alcanzar acuerdos y generar avances para el país.
Lo formuló así el tres veces candidato presidencial (1988, 1994 y 2000): “Esto que hemos visto en estos días más recientes, se manifiestan discrepancias fuertes con el gobierno, críticas muy fuertes, inquietudes válidas. Y hay algo que a mí me preocupa mucho: que no haya diálogo, no se discuten las cosas, no se discuten los problemas”.
Coadyuvaría más Cárdenas Solórzano al siempre necesario diálogo, más aún en la coyuntura actual sellada por la “polarización” entre una enorme mayoría con entre 70 y el 80% de respaldo ciudadano y un “polito” de entre 20 y 30%, si el único mexicano que nació en Los Pinos fuera un poquito más específico en las fuerzas y grupos con los que quiere que dialogue la jefa de Lázaro Cárdenas Batel y Víctor Rodríguez Padilla, cuauhtemistas distinguidos.
No bastan la generalización y los deseos de que “Es indispensable abrir el diálogo entre los que tenemos diferencias; si nos oímos nada más entre los que estamos de acuerdo, muy a gusto y brindamos, qué bueno y para adelante, pero creo que hay que hablar también con aquellos con los que no estamos de acuerdo y a lo mejor encontramos algo bueno, a lo mejor no, pero es algo muy importante”. En política la candidez no es una buena aliada por más que a Cárdenas Solórzano le rindan homenajes los que en tiempos de confrontación por la Presidencia en 1988-2000 lo difamaron.
El ingeniero apunta con un poco más de precisión y menos abstracción “Esto que hemos visto en estos días más recientes, se manifiestan discrepancias fuertes con el gobierno, críticas muy fuertes, inquietudes válidas. Y hay algo que a mí me preocupa mucho: que no haya diálogo, no se discuten las cosas, no se discuten los problemas”.
En la visión un tanto estrecha del hijo del general más recordado y querido por los mexicanos, los encuentros de Sheinbaum Pardo con los padres y madres de Los 43 de Ayotzinapa, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, las viudas y huérfanos de los mineros de Pasta de Conchos son ajenas al diálogo y la negociación. Y no digamos los encuentros privados y públicos con los hombres y mujeres del dinero en México y el mundo, con las representaciones del empresariado local y foráneo, así como los propietarios y socios de las trasnacionales.
Tampoco cuenta por lo dicho por Cárdenas –quien buscó una cuarta candidatura presidencial en 2006 con el apoyo de sus más duros partidarios que tacharon de “divisionista” a Andrés Manuel López Obrador–, el fluido diálogo y acuerdos que todos los días teje Rosa Icela Rodríguez y otros secretarios con los dirigentes y representantes de esa vasta y diversa conflictividad y reclamo sociales, que tiene como capítulo más reciente a una parte de los transportistas.
Todo indica que don Cuauhtémoc pretende que la presidenta dialogue con los dirigentes partidistas que a trasmano montaron la agresión a los agentes policiacos el sábado 15 en el Zócalo y que si bien algunos uniformados no fueron ajenos a los agravios a periodistas y otros civiles, el número de heridos y hospitalizados recayó en los asalariados de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, al concluir una marcha de 17 000 personas (autoridades capitalinas), “ríos de gente” (Humberto Musacchio) y 250 000 (Carlos Alazraki, ícono de la corrupción mediática).
Acuse de recibo
Los trabajadores de la educación y los de la salud deberían ser los mejor pagados si el objetivo es transformar a México desde sus raíces, no sucede así y tampoco como denuncia Pedro Hernández Morales, dirigente de la CNTE, organización que, dice, llega a movilizar 400 000 integrantes en el país. Sueña, o como cuando se queja ante Sabina Berman, en Largo Aliento, que un profesor de primer quinquenio gana 13 000 pesos porque “le hacen descuentos”, como a todos los asalariados. Enseguida manejó esa cifra “más unos cuantos pesos más” para el resto que gana “entre 2 y 2.5 salarios mínimos”. Regateó informar de las prestaciones sociales y denunció que para obtener una cita en el ISSSTE “es necesario llegar a las 4 de la mañana”. ¡Falso!, pues se pueden hacer vía telefónica y por internet. Hernández Morales es el mismo que enarbola la exigencia de dar permisos a las profesoras para que atiendan a sus hijos desde que nacen ¡hasta un día antes de cumplir 18 años!… “Tenemos vacunas suficientes para atender a todos”, anunció hace semanas el secretario de Salud David Kershenobich Stalnikowitz, pero la realidad, terca como es, indica que no es así, se trata de propaganda, después de recorrer cinco clínicas y hospitales del IMSS y del ISSSTE en busca de la vacuna para covid-19… Para consultar utopías, https://insurgentepress.com.mx/category/plumas-columnas/
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